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Hablemos de la conducta de nuestros niños – Lic. Delfina L. de Cañete

¿Por qué se portan mal nuestros niños?

Todos nos sentimos identificados cuando pensamos en un niño que no escucha y al que se le debe repetir más de veinte veces las cosas para que haga caso. Ejemplo: ¿A quién no le ha ocurrido que en el supermercado (o en otro lugar público) quedarse paralizado por la pataleta o berrinche que presenta el niño?

Pensar que nuestros tesoritos identifican nuestros puntos débiles no es una utopía, incluso ver que ellos presentan su peor conducta en situaciones comprometidas (delante de la gente, en espacios públicos, en la calle, en las tiendas, etc.), haciendo que nos cuestionemos el estilo de crianza.

Entonces… nuestros niños se portan mal porque no hacen lo que nosotros esperamos que hagan, aunque seguramente ni les hemos explicado lo que queremos que hagan o dejen de hacer….

Conviene llevar en cuenta que los niños tienden a portarse mal cuando:
• Tienen hambre
• Perciben estrés o nerviosismo de los padres o el entorno
• Están cansados o con sueño
• Tenemos prisa
• Estamos de visita en un lugar que para ellos es extraño
• Están presionados por los padres por el lugar en donde están. Ejemplo: En la casa de Fulanito no se toca, no se grita, no se corre, etc.

¿Se puede evitar el mal comportamiento?

Sí, aunque no existen fórmulas mágicas, ni universales, o aplicables a todos, debemos llevar en cuenta la individualidad de cada niño, la peculiaridad de cada familia, y por supuesto, la dinámica familiar.

La crianza, como tarea educativa implica: DEDICACIÓN-OBSERVACIÓN-SENTIDO COMÚN

Respecto a la actitud de los padres:
• Cuando se ponen normas o se disciplina al niño, el mismo debe percibir en los padres autoridad, firmeza con afectividad y efectividad.

• No se debe discutir con el niño, exponer puntos de vista de adultos. Los roles no se negocian, lo que se negocia es la conducta. (Papá es papá y el hijo es hijo, no hay concesiones).

• Guardar asimetría en lo corporal, cuando se conversa sobre una conducta adecuada. Que el niño vea cierta distancia entre el padre o madre. Ejemplo: El sentado y el progenitor parado.

• Para finalizar una conversación correctiva, la última palabra debe decirla el adulto. Ejemplo: “Piensa en lo que te dije y mañana lo volveremos a hablar”

• Lo más importante es predicar con el ejemplo, ser coherentes con nuestra conducta. No podemos pedir que no mienta si el niño ve que estamos haciéndolo.

Lic. Delfina L. de Cañete